Todos los seres—desde los humanos a los insectos—tienen la capacidad innata de iluminarse. Aún así somos como gente muy pobre viviendo sobre una mina de oro; vivimos en pobreza espiritual porque no le damos un toque a nuestra riqueza interior. El hacer esto requiere esfuerzo. Debemos embarcarnos en un aprendizaje, examen y práctica constantes; debemos combinar sabiduría y compasión. Ultimadamente, ésto despierta nuestra sabiduría primordial y nos permite ver de verdad.

La percepción es innata, integrada en nuestros sistemas. Si alguien nos pincha, sentimos dolor. No hay creencia o concepto envuelto; simplemente es.

La percepción ocurre en un instante, antes de que se forme un pensamiento. Cuando alguien mira una flor, la imagen sensorial o perceptual crea una imagen mental, la cual lleva a un pensamiento: “Una flor!” Sin embargo, en ese momento la flor que fue vista ya es pasado—como una imagen sola en una tira de película. El mismo principio aplica a todo en la vida. Por ejemplo; la gente sufre cuando piensa en una relación que fue mala; sin embargo, por su naturaleza, la relación por la que sufren ya es pasado.

 

En el sentido más amplio, la percepción incluye valoración y la mente subjetiva. Por ejemplo, consideren al señor A; el señor B lo percibe como una persona agradable, mientras que la señorita C lo encuentra irritable. Ninguna de las cualidades realmente existen en el señor A; solamente existen en las mentes del señor B y la señorita C. Tales percepciones están coloreadas por nuestra intención, nuestro humor y nuestras experiencias previas.

Los conceptos son una estructura artificial, hecha por el hombre, nacida en la cultura, religión, filosofía y creencias sociales. Son mutables. Por ejemplo, en Tailandia si alguien muestra la parte de abajo del pie, esa persona está siendo muy grosera, mientras que en América tal comportamiento es aceptable.

De la misma forma, todos nuestros pensamientos de juicio—si algo es bueno o malo, razonable o no razonable—son conceptos simplemente. En un nivel más amplio, cosas aparentemente tangibles son también conceptos simplemente.

Volteamos la llave. Algo sale. Decimos “Esto es agua. Se puede tomar.” Pero en un sentido real no es agua en lo absoluto; agua es simplemente una palabra o imagen mental, las cuales no se pueden tomar. Objetivamente, no hay relación entre lo que sale del grifo, lo cual es real, y la palabra agua, que es un concepto; esa conexión existe sólo en nuestros cerebros.

Mientras el agua ofrece un ejemplo intelectual, ésto es un asunto de interés más claro en áreas cargadas emocionalmente, tales como las interacciones con otros. Al confundir conceptos con la realidad nos envolvemos en sufrimiento, en vez de liberar nuestras mentes de nuestros problemas.

Mientras vemos las cosas objetivamente y subjetivamente, nuestra visión subjetiva es mucho más fuerte. La “realidad” de un individuo está moldeada por creencias que son frecuentemente auto-reforzantes; sin embargo, esas creencias no dictan el solamente o la realidad final. De hecho, la realidad—objetiva y subjetiva—cambia en el tiempo y según sea el lugar y las visiones prevalentes.

Por ejemplo, algunos eruditos creen que el Buda enseñó a sus seguidores que el mundo es plano y que el sol rota alrededor de la tierra. Quizás lo hizo, esas eran creencias prevalentes en ese tiempo—su realidad—y él era sensible a las normas culturales. Sin embargo, en enseñanzas posteriores a grupos más pequeños y más avanzados, el Buda mencionó que la tierra puede ser vista de formas distintas dependiendo de nuestro karma.

Igualmente, nuestras visiones del universo han cambiado a través del tiempo, desde la tierra-céntrica al multi-verso. Buda enseñó—como los científicos modernos están comenzando a creer—que hay más de un universo. De hecho, hay miles de universos—cada uno dentro de uno más grande sin final, como el número de granos de arena en el Río Ganges. Todo nuestro universo es un solo grano arena. Sin embargo, dentro de esa escala, un cambio pequeño puede alterar el curso de un planeta, de un río, de una vida. Nada es permanente; todo es posible.

Las realidades tangibles de la vida—la conectividad e interdependencia de cada pensamiento, acción y circunstancia—son fácilmente reconocidas al examinarse. Y ese reconocimiento nos permite comenzar a romper ciclos negativos, para que podamos vivir con intenciones positivas.

Comencemos con la conexión fundamental de todos los seres: Todos respiramos el mismo  aire, habitamos la misma atmósfera, caminamos la misma tierra. Y todos buscamos felicidad, estar a salvo y seguridad.

Nuestro conocimiento es también interdependiente. Aprendemos de un maestro quien está compartiendo conocimiento de muchos otros maestros, familiares, amigos y experiencias personales. Aún más, nuestro entendimiento, nuestra interpretación, nuestra retención de esas enseñanzas depende de nuestro cuerpo de conocimiento existente.

Inclusive, los opuestos aparentes son interdependientes. Día y noche, caliente y frío, bueno y malo, solamente existen en relación del uno al otro. Yendo y viniendo son de hecho la misma acción; simplemente depende de la dirección desde la que estás mirando.

Ultimadamente, nuestras vidas en cualquier momento son el resultado de todos nuestros pensamientos y acciones hasta ese punto—y ellas establecen el escenario para más de lo mismo. Cuando nuestras acciones son buenas, nuestra experiencia es buena y tenemos más oportunidad de hacer el bien; lo mismo sucede con las acciones negativas.

Con la práctica cualquiera puede romper un ciclo negativo, hacienda uso del momento de oportunidad entre el sentimiento y el aferramiento. Esta oportunidad no es algo que suceda una vez en la vida—puede suceder en cualquier momento, una y otra vez, cada día.

La realidad absoluta es la verdad que forma la base de toda la existencia—la cual vemos y entendemos solamente a través de la práctica. Mientras la realidad relativa existe dentro del mundo conceptual, la realidad absoluta existe más allá del mundo conceptual. Es difícil de comprender—como si alguien en el suelo tratara de medir el largo de un avión volando encima; se ve como de dos pulgadas de largo.

La realidad absoluta no depende de quien la está viendo, ni de las condiciones o el contexto bajo el cual es vista. Simplemente es.

Al entender aspectos uniformes de la realidad relativa, nos liberamos temporalmente de frustraciones e infelicidad. Al entender la realidad absoluta nos liberamos por completo, al haber ganado entendimiento verdadero y sabiduría.

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