TibetanBuddhismLa tradición Tibetana, conocida como Vayrayana, es un vehículo poderoso que provee una ruta muy directa al entendimiento de la mente. Sin embargo, tal práctica acelerada requiere la guía de un maestro con habilidades, uno que personalmente haya alcanzado un nivel muy alto de conciencia (darse cuenta) mental y que sea capaz por ello de trabajar precisamente con cada estudiante.

A través de la historia Tibetana, maestros que han despertado han desarrollado aproximaciones a las enseñanzas que son únicas, fundando cuatro linajes o escuelas primarias. El linaje Kagyu es uno de ellos.

Valor de Vayrayana

 La tradición Tibetana Vayrayana se sumerge en una exploración muy directa de la mente a través de la práctica de la meditación y la filosofía Budista; se espera que los practicantes sean meditadores dedicados y que tengan un nivel muy alto de entendimiento de la filosofía Budista. Como por ejemplo, Vayrayana enfoca una gran parte en el gozo inseparable del vacío y en la verdadera naturaleza de la mente. Aunque estas ideas no se encuentran en ninguna parte en los resúmenes típicos de Budismo, ellas son de hecho las realizaciones más sutiles y con un ligero matiz que yacen en el corazón de la Sabiduría y categorías de Prácticas del Sendero Óctuple. De hecho, experimentar el vacío y la verdadera naturaleza de la mente son la meta final: La Iluminación.

Historia de Vayrayana

El siglo 8vo E.C. fue un período de gran actividad e interés en el Budismo. En esta época, el Rey Tibetano Trisong Detsen invitó a dos maestros Budistas de la India a Tíbet. Sus nombres son bien conocidos para los practicantes del Budismo Tibetano: Padmasambhava (también conocido como Gurú Rinpoché) y Shantarakshita.

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El Rey Detsen inició la traducción de muchos textos Budistas importantes  a través de estos dos maestros y sus estudiantes. Sus enseñanzas y traducciones combinadas contribuyeron a la formación de la tradición Nyingma y al primer gran florecimiento del Budismo en Tíbet.

Durante el 9no y el 10mo siglo el Budismo en Tíbet sufrió un declive al ser influenciadas la adopción de nuevas perspectivas por la política y el poder en su forma natural. Bajo la dirección del Rey Langdarma en el 9no siglo, muchos de los monasterios Budistas fueron convertidos de regreso a lo tradicional, la religión pre-Budista del Bon.

El Budismo floreció de Nuevo en el siglo 11. Esto comenzó una segunda era de traducción, incluyendo mejoras y afinaciones de la terminología anterior así como la introducción de nuevas traducciones de la India. Este período constituyó el segundo período de fundación del Budismo en Tíbet, y produjo la otras grandes escuelas que florecen hoy: Kagyu, Sakya y Gelug.

Cada escuela representa diversas formas en las cuales las enseñanzas de Buda han sido preservadas y enseñadas en la tradición Tibetana Vayrayana durante los siglos. Las cuatro escuelas emergieron de las diferencias en énfasis de sus maestros fundadores; sin embargo, todas comparten las enseñanzas básicas de Buda y tienen la misma meta que es la Iluminación para el beneficio de todos los seres.

EL Linaje Kagyu y La Tradición Trungam

Al linaje Kagyu se le conoce como “el linaje oral”. Mientras que otras escuelas enfatizan el aprendizaje de los libros antes que la práctica, el linaje Kagyu coloca primero la confianza en la habilidad del estudiante para aprender a través de la práctica y la experiencia directa. Por ello, la relación del estudiante al maestro en el linaje Kagyu es crítica para el éxito del estudiante.

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Los antiguos maestros de gran importancia del linaje Kagyu—Tilopa, Naropa, Marpa, Milarepa, y Gampopa—sistematizaron las enseñanzas más potentes de Buda en una de las metodologías más efectivas y directas del Budismo hoy en día para el avance rápido en el camino. Comenzando en el siglo 12, el liderazgo espiritual Kagyu culminó con el reconocimiento del primer Karmapa, Karmapa Dusum Khyenpa. Esto marcó el inicio de la guía espiritual por una línea ininterrumpida de maestros realizados reencarnados que continua hasta hoy en día.

La tradición Trungram surge de los métodos de tres fundadores de la escuela Kagyu en el siglo 11, Milarepa y sus dos estudiantes, Gampopa y Rechungpa. Trungram Gyaltrul Rinpoché PhD, el director espiritual de Dharmakaya, es una emanación de Milarepa. Las enseñanzas de estos maestros completamente realizados fueron sintetizadas en la tradición Trungram en siglos recientes, llevando a uno de los métodos más altamente valorados en el Budismo hoy.

La tradición Trungram introdujo el retiro intenso de tres años a estudiantes calificados. Sin embargo, debido a las durezas que los maestros de los retiros enfrentaron bajo el ambiente de la Revolución Cultural, tales retiros están al borde de la extinción. Por eso, una de las misiones principales de Dharmakaya es salvaguardar estas enseñanzas para la humanidad, al ofrecer esto retiros de tres años en el Centro Milarepa.

Simbolismo

El Budismo Tibetano es uno de los más ricos visualmente entre todas las tradiciones Budistas. Esto con frecuencia representa una paradoja para los occidentales: Se nos introduce al Budismo como una tradición de exploración personal en la cual un dios externo no figura. Y sin embargo, se nos presenta a un despliegue de lo que parecen ser dioses, semi-dioses, santos y otras figuras espirituales a quienes el practicante no solamente reverencia sino que también les suplica.

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Asimismo, el Budismo Tibetano está lleno de símbolos. Además de los seres, hay mandalas, íconos, diagramas, cetros rituales, campanas, tambores, ruedas de oración, y ropaje. Cada uno conlleva múltiples niveles de significado para los practicantes.

Esto parece ser exactamente lo opuesto a la otra tradición bien conocida en occidente, el Zen Japonés. ¿Cómo puede ser ésto?

Primero, a través de los siglos, el Budismo ha sido adoptado por una amplia variedad de culturas a lo largo de Asia. Las nuevas enseñanzas naturalmente integraron aspectos de las influencias culturales existentes. En Tíbet, la religión pre-Budista Bon tenía muchos dioses y manifestaciones de Dios en el mundo material; fue natural para los Tibetanos el incorporar una tradición visual existente como una forma de describir las enseñanzas.

Sin embargo, las influencias culturales son sólo una explicación menor. La razón más significativa es la forma de las enseñanzas. Vayrayana trabaja con la mente de una manera muy directa: activa a las partes intuitivas, no-lineales, no-racionales de nuestras capacidades. Vayrayana muy rápidamente mueve al practicante a una conciencia mental que no puede ser explicada fácilmente en palabras.

La poesía y el arte son frecuentemente nuestra vía para expresar lo aparentemente inexpresable. El simbolismo del Budismo Vayrayana puede ser mejor visto de esta manera; es la expresión poética de lo inefable. Las imágenes son puntos de atención o de foco en varias prácticas de meditación, son guías y recordatorios a medida que nos movemos a través de distintos niveles de entendimiento, y son expresiones poéticas de la experiencia de la verdadera naturaleza de la mente—y de lo que podamos encontrar a lo largo del camino.

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