El balance de la energía del cuerpo es crucial para la meditación exitosa, así como para la salud física y emocional. Consecuentemente, nuestros cuerpos necesitan refrescarse, nuestras fuentes de energía necesitan regenerarse, necesitamos movimiento y literalmente abrirnos nosotros mismos. Además, las prácticas de movimiento nos hacen capaces de bajar la velocidad y examinar nuestras acciones al detalle; llegan a ser una forma de ambas meditación en la calma y meditación racional, uniendo cuerpo y mente.

La meditación caminando es perfectamente accesible; la podemos hacer en cualquier momento y en cualquier lugar. En esencia, es un examen del tiempo. Como otras prácticas, su meta es arraigar nuestra conciencia del darse cuenta en el momento presente. Somos exitosos al estar concentrados en cada aspecto del caminar—desde la presión de nuestro peso sobre la planta de los pies, a la articulación del pie-tobillo-pierna-cadera al dar cada paso, a sensaciones entre nuestros dedos de los pies, dentro de nuestros zapatos y hacia arriba a través de nuestro torso y nuestras cabezas, cuellos, hombros y brazos. Finalmente, nos detenemos y nos experimentamos a nosotros mismos al estar de pie, notando cómo se siente el no estar más en movimiento—y reconociendo el balance intrincado que se requiere al “estar de pie quieto”.

Los rituales caminando en los cuales los participantes ponen atención al paisaje interno y al paisaje externo son parte de casi cada cultura y tradición espiritual. Pueden incluir caminatas largas a través de campos sagrados por una hora, un día o incluso un mes. En el Budismo, más comúnmente, estas caminatas incluyen el permanecer concentrados en el presente al circunvalar en sentido horario un templo, una estatua, una estupa—o hasta un cuarto. Podemos enfocarnos en nuestra respiración para aquietar nuestras mentes o en un mantra para abrir nuestras mentes. Cualquiera de ellas ayuda a reforzar la concentración.

Practicada por miles de años, la yoga usa la respiración y el movimiento para darnos un cuerpo mucho más sano, más armonioso—y un camino más claro a la meditación. Hoy en día, mucha gente la usa simplemente como ejercicio para ganar fuerza y flexibilidad. Pero en verdad, puede ser practicada en muchos niveles, el más alto puede llevar a una conciencia intensificada y puede sanar traumas emocionales. En su nivel último, la yoga se vuelve su propia forma de meditación conectando cuerpo, mente, respiración y espíritu.

Traducido del Chino, Qigong literalmente quiere decir cultivo de la energía de vida. El Qigong balancea las energías del cuerpo al alinear la respiración, el movimiento y la conciencia. Los practicantes coordinan la respiración rítmica con movimientos lentos, estilizados, un estado de calma y concentración y visualización de la energía de vida moviéndose a través de sus cuerpos. El resultado: una práctica meditativa que genera ambos ejercicio y sanación.

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